Tuesday, January 31

¿Dios está en todo?



La tierra está llena del cielo 
Y cada arbusto común en llamas con Dios: 
Sin embargo, sólo él que ve, quita los zapatos, 
El resto se sientan alrededor de ella, 
Arrancando las moras. 
-Elizabeth Barrett Browning, "Aurora Leigh" VII.821-22 

Pocas líneas capturan tan profundamente el misterio de Dios y sus caminos.

Uno de los regalos más notables que Dios ha dado a la humanidad es la libertad de elegir. Podemos optar por ver el arbusto y agarrar las moras, o ver a Dios ardiendo en la zarza. La elección es nuestra. Cómo percibimos a Dios determinará como interpretamos los arbustos comunes de la vida.

¿Realmente está Dios en cada arbusto común? ¿Está Dios en la taza de café sentado a mi lado, o el portátil sentado en mi escritorio? ¿Existe realmente tal cosa como un celular santo o un clip de papel ungido?  ¿Es eso lo que Browning está tratando de decirnos?

Creo que ella está dando a entender que cada persona elija lo que va a creer  acerca de Dios. Elegimos nuestras respuestas a las cosas que entran en nuestras vidas. Es como la historia de dos prisioneros mirando desde detrás de las rejas - uno ve el barro de la calle y el otro ve estrellas en el cielo.

La vida puede ser vista desde ambas representaciones, barro o estrellas. Podemos ver las cosas desde la perspectiva de Dios, o elegir verlas literalmente como se presenten ante nosotros a través de nuestro cinco sentidos. Todo depende de nuestra percepción de cómo Dios obra en nuestra vida.

Cuando Moisés encontró la zarza ardiente en el desierto lo primero que le asombró era, "aunque el arbusto ardía no se consumía." 

Cuando el Señor vio que había ido a mirar, lo llamó desde la zarza: "¡Moisés! ¡Moisés!" y Moisés dijo: "Aquí estoy." 

Entonces, pues, ¿sigue llamándonos Dios desde los arbustos comunes? Creo que sí. Pero sólo cuando elegimos verlo, oírlo, y lo percibimos en todas las cosas. Nuestra respuesta tiene que ser el mismo que tuvo Moisés, "Aquí estoy, Señor." 

Cuando alguien llega tarde a una cita a la cual hemos esforzado para llegar a tiempo, tenemos la opción de ver un arbusto "encendido de Dios" o un arbusto irritante que sirve solamente para enfadarnos.  Nuestra respuesta común es la frustración y el pensar del tiempo perdido. Pero si en la realidad cada arbusto es uno encendido por Dios, ¿habrá una razón espiritual o importante para que las cosas sean como son?

Oswaldo Chambers lo dice de esta forma,
Todos podemos ver a Dios en las cosas excepcionales, pero requiere de la cultura de la disciplina espiritual para ver a Dios en cada detalle. Nunca permita que la casualidad de la vida sea nada menos que el orden señalado por Dios, y esté listo para descubrir los designios divinos en toda circunstancia.

Elisabeth Elliot, misionera al Ecuador, elabora sobre el Salmo 16:5, "Señor, me has asignado mi porción y mi copa, tú sustentas mi suerte."  
"No conozco de ninguna simplificador para toda la vida. Pase lo que pase todo me viene asignado.
¿El intelecto humano rebela al oír tal cosa? ¿Acaso podemos decir que hay cosas que suceden en nuestra vida que no pertenecen a “mi porción asignada?” ¿Tenemos derecho de decir, esto sí pertenece a mi porción, pero lo otro no?  ¿Existen cosas fuera del control del Todopoderoso?
Cada asignación es medida y controlada para mi bien. Al aceptar la porción dada por Dios las demás opciones se cancelan. Las decisiones se hacen más fáciles, las direcciones más claras, y por lo tanto, mi corazón se tranquiliza." 
Al escoger aceptar la vida tal como nos viene asignada por la mano de un Padre amoroso, de hecho aprendemos la verdad que cada arbusto común de la vida literalmente arde con la presencia de Dios.

Dios está con nosotros en toda situación.
Dios está en nosotros obrando sus propósitos eternos.
Dios está aquí en este mismo momento.
Dios está por nosotros no importa que nos pase en la vida.
Dios nos ama. Nada que hagamos pueda cambiar esta verdad.
Dios asigna mi suerte y porción para mí bien.
Dios hace que todas las cosas me ayuden para bien.
Dios nos cuida y podemos descansar en su presencia.
Dios está en control de cada faceta de mi vida;
nada me suceda sin antes pasar por su permiso soberano.

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